
Déjame contarte una historia. Una historia de vida y muerte. Para llegar a eso tenemos que ir al tiempo donde todo empezó. Cuando Dios estaba ocupado con la creación del universo. Cuando sólo había polvo cósmico y Dios jugaba con él. Y mientras él se entretenía con esto, creando todas las cosas vivientes, puso a la muerte en un jarrón de cerámica para tenerlo cuidado hasta saber qué hacer con ella. Dios le dio el jarrón a un sapo y a una rana para que lo cuiden de algún daño, mientras él iba a crear algo más fantástico. ¿Por qué se la dio a un sapo y a una rana? Nunca lo sabré. Pero una cosa llevó a la otra llevó a la otra y la jarra se rompió, dejando escapar a la muerte. Y desde entonces, todo tenía que morir. Entonces, allí lo tienen, el misterio de la muerte finalmente se revela. Everybody dies… that’s just the way it is. El reloj de la vida se mueve a la misma velocidad para todos. Y todos sabemos que algún día ese reloj se detendrá. No te puedes meter con el destino. La gente muere cuando tiene que morir, no puedes intervenir en ninguna manera. Cuando la vida se acaba, se acaba. El Sol sale y el Sol se pone. La vida viene y la vida se va. No sabes cuando pasará, hasta que pasa.
Sólo otra película que dijo algo que me llamó la atención...
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